Moda verde en Alemania, el mercado que crece
Publicada enDespués de la alimentación ecológica y de la cosmética ecocertificada, en Alemania también la moda verde está ganando terreno. Sin embargo, el sector aún es pequeño y el mercado… difuso. Pero crece poco a poco.
Vistiéndose moderno de marcas prestigiosas y comprándose a menudo algo nuevo, uno forma parte del colectivo y satisface además por unos instantes. su vacío interior hasta aburrirse otra vez de lo elegido. Según la Oficina Federal de Estadísticas, los alemanes gastan más de 70 mil millones de euros al año en ropa y zapatos. Sin embargo, poco a poco crece la conciencia sobre su coste ecológico y social. Varios sucesos dramáticos en fábricas téxtiles en Asia que producen para el mercado norteamericano y europeo, como el derrumbe del edificio de Rana Plaza en 2013 que terminó con la vida de más de 1.100 trabajadores, obligaron a las grandes empresas de moda a reaccionar. A la vez, esos desastres sensibilizaron a los ciudadanos de las condiciones en las cuales se fabrica su ropa. También la campaña Detox de Greenpeace que lucha contra el uso de químicos peligrosos en la producción textil está teniendo sus primeros efectos.
“Sin embargo, un cambio en el comportamiento de consumo no es algo que suceda de la noche a la mañana”, asegura Kirsten Brodde, experta textil de Greenpeace Alemania. En estos momentos, la moda verde certificada representa, según ella, sólo entre un 3 y un 5 por ciento de la ropa vendida en este país aunque “el mercado crece lenta y continuamente“. Eso se refleja también en la ecoferia textil Innatex que se celebra dos veces al año cerca de Francfort: creada en el seno de Biofach hace casi 20 años, goza de una creciente participación. Con unos 270 expositores y 1.350 visitantes profesionales en la pasada edición, se trata ya de la mayor feria de textiles naturales en todo el mundo.
DE PIONEROS A LA MODA GUAY
“Hay dos tendencias contrarias en este tiempo“, explica Sabine Müller, portavoz de Innatex: “Una es la de producir y consumir cada vez más rápido a un precio más bajo; la otra es la slow fashion, la moda vegana, reciclada o cíclica“. Los ecotextiles no son algo reciente en Alemania. Ya en los años 70 aparecieron los primeros productos en el mercado. Unos de estos pioneros fueron Heinz y Dorothea Hess. Buscando en vano ropa sana para su hijo recién nacido, fundaron en 1976 la venta por correspondencia de textiles naturales Hessnatur que más tarde se transformó en la empresa líder en el mercado de este sector. En cooperación con la iniciativa egipcia Sekem, realizaron en 1991 el primer proyecto del mundo de algodón ecológico. Hoy día Hessnatur es propiedad del inversionista suizo Capvis Equity Partners pero, como miembro de la Asociación de Textiles Sostenibles (IVN) y de la Fair Wear Foundation, sigue produciendo bajo estándares estrictos ecológicos y sociales. En muchos aspectos se ha adaptado al tiempo… La venta ya se realiza sobre todo por Internet, y, a diferencia a los productos de los primeros tiempos del movimiento ecológico, lo que se llamó en Alemania la moda de saco de patata, Hessnatur pretende hoy, según su portavoz, Sven Bergmann, “ofrecer moda moderna a la misma altura que las grandes marcas, con diseños atractivos“.
SALIENDO DEL ARMARIO
La ecofashion está saliendo del armario. Ya hay algo para todos. Un creciente número de tiendas se dirigen especialmente a jóvenes cuyo interés por la moda verde está creciendo. Hay colectivos pequeños de serigrafía muy concienciados, como Artgerechtes o Fairtrademerch. com, pero también negocios más grandes, como Zündstoff, que venden ropa orgánica de comercio justo producida por Armedangels, Kuyichi o Nudie Jeans. “La idea (para Zündstoff) nació en 2005. Estábamos ya de lleno en plena era de la globalización y cada vez más empresas mandaron sus artículos a producirlos a los países pobres donde no había leyes para proteger a los trabajadores ni al medio ambiente. La búsqueda de alternativas era difícil… Salíamos recién de la universidad y queríamos vestirnos de forma atractiva, no de estilo orgánico“, explican sus fundadores. Segun Sabine Müller, de Innatex, para los jóvenes diseñadores de moda verde alemanes la sostenibilidad sale cada vez más del foco: “Les gusta hacer moda, y por autoconcepto su ropa además es verde“, explica. El mercado se está individualizando. Vuelven las pequeñas boutiques donde uno compra porque le gusta el estilo de las prendas -y además son verdes-.
LOS GRANDES SE SUMAN
Pero también los grandes han escuchado las señales. C&A y H&M ya incluyeron en 2004 algunas prendas de algodón orgánico a precios accesibles en sus catálogos y son hoy en día los compradores mayores de este material a nivel global. El año pasado C&A vendió, según cifras propias, más de 130 millones en productos de algodón biológico, sobre todo camisetas y ropa interior, especialmente para niños. A estos se suman 26 millones de prendas de algodón de la Better Cotton Initiative (BCI), fabricadas con pautas ecológicas y sociales más estrictas que la fibra normal pero usando todavía algodón transgénico y cantidades menores de pesticidas. “Lo de BCI esconde peligros“, critica Brodde, que teme que podría reemplazar a la mejor opción: el algodón orgánico. Tanto C&A como H&M pretenden fabricar hasta el 2020 todos sus productos con algodón sostenible, lo que incluye algodón ecológico, BCI y reciclado. H&M ofrece además ya productos de polyester reciclado; C&A, por su parte, está avanzando con sus productos de plumones y viscosa, y desde el 2014 todos sus artículos de cuero son curtidos sin cromo. También Aldi, Lidl, Tchibo o KiK ofrecen ya algún producto textil ecológico. Para Heike Scheuer, de la IVN, se trata de una pura decisión de marketing para atraer clientes. Confunde a los clientes, igual que la gran gama de diferentes sellos de sostenibilidad de los cuales desconocen los ciudadanos qué implica cada cual. No obstante aprueba la evolución: “Así el tema llega mucho más rápido a la conciencia de los consumidores“, asegura. “A la vez, contribuyeron a que la política actue“, dice aludiendo a la Alianza Textil Sostenible del ministerio de Cooperación Económica. También Brodde piensa que hace falta ganar a los grandes “pero hay que hablar con ellos uno por uno, tal como lo hacemos en la campaña Detox. Sólo así es posible comprobar cada año si cumplen con lo acordado“, dice.
El futuro de la moda verde, como el futuro del sector textil en sí, se encuentra en manos de todos. Cada uno puede contribuir comprando menos y optando por productos ecológicos y justos. Los grandes cambios, sin embargo, como un sello unitario, más transparencia, la prohibición de todos los químicos peligrosos y precios más altos que permitan mejores estándares sociales en los países productores, deben venir por parte de políticos y empresarios.
Por: Ingrid Wenzl
Puedes leer el artículo completo en el nº 67 de la revista ‘The Ecologist’ dedicado a la moda sostenible.
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