Sus familias “hippies”, como ellos mismos las definen, pasaban largas temporadas en la India, fue así como se conocieron y comenzó su relación de amistad, que con el tiempo se tornaría en algo más. Al tiempo, nació también el vínculo de ambos con el país asiático. Meeta y Pablo son los creadores de la marca de moda sostenible Tiralahilacha, con sede en Barcelona. Ella es diseñadora de moda y él diseñador gráfico, la combinación de ambos ha dado como resultado una marca de moda para la mujer con un aire vintage y unos estampados con motivos naturales que la hacen rápidamente reconocible.
EL CAMBIO
Meeta comenzó a diseñar con tan solo 20 años, al principio le parecía un mundo muy complicado pero se dieron las casualidades adecuadas y pudo comenzar a hacer sus propias creaciones. “Yo iba a India y trabajaba en el taller con ellos, pero no fue hasta que quise hacer estampados propios que me di cuenta de cuál era la realidad”, explica la diseñadora. “Me llevaron a las fábricas de estampado y llamé a Pablo llorando por lo que había visto. Me di cuenta de que no quería contribuir a eso y me tomé un respiro”. La joven dedicó todos sus esfuerzos a investigar y buscar alternativas hasta que conoció el proyecto Assisi Garments, con los que trabajan en la actualidad. Una fábrica textil del sur de India donde sólo trabajan con algodón orgánico certificado y de Comercio Justo. La pareja asegura que todo el proceso es muy transparente y ellos viajan con asiduidad para vigilar cada paso. Además destacan la cara social de Assisi Garments que da trabajo a mujeres que han sido disgregadas socialmente por haber sido madres solteras, estar divorciadas o haber sido violadas.
MÁS COMPLICADO, PERO MÁS GRATIFICANTE
Los jóvenes explican que dar el paso de la moda convencional a la sostenible no ha sido un camino fácil. “Tienes muchas más limitaciones a la hora de diseñar”, explica Meeta que agrega que es necesario “adaptarse a determinados tipos de tejidos, colores… y que en un inicio supuso tener que cambiar todos sus patrones”, pero asegura que con el cambio han intentado conservar la esencia de lo que hacían.
Por el momento se limitan a utilizar algodón certificado GOTTS y tintes respetuosos con el medio ambiente. Pero están seguros de que el futuro pasa por incluir otros tejidos “es la evolución lógica, el algodón orgánico ha subido un 22% de precio en los últimos años”, puntualizan. Y aseguran que completarán el ciclo cuando puedan cambiar el ritmo “genera mucho estrés seguir los ritmos marcados por la industria de la moda. Defendemos que se establezca una moda más atemporal”.
EL NEGOCIO
En la actualidad distribuyen su ropa en 34 puntos diferentes de España y Europa. Trabajan con tiendas multimarca que apuestan por el producto hecho en España y señalan que en estos casos lo ecológico pasa a un segundo plano, porque todavía hay mucha gente que no sabe qué es el comercio justo o el algodón orgánico. Por este motivo creen que es importante que se sepa y que se valore “la gente ha de entenderlo como un valor añadido”, señala Pablo quien agrega que “es una forma de que la gente entienda porque va a pagar más por su prenda de vestir” y concluye explicando que el margen de beneficio que obtienen con sus ventas es muy ajustado porque consideran que no es ético subir el precio de forma lucrativa. Sus productos también están disponibles para el público final a través de su tienda online, en la tienda física que ellos mismos rigen en el centro de Barcelona y en mercadillos y ferias como BioCultura en la que participan.
Aunque en sus colecciones predomina la moda de mujer han comenzado a hacer sus primeros pinitos con la ropa de bebé y no descartan introducirse en la moda masculina, pero aseguran que la inversión que tendrían que hacer sería tan grande que por el momento se limitarán a sacar una línea de calcetines para chico.
Por: Tamara Novoa