Mikel Feijoo, SKFK, “Ser 100% sostenibles significaría dejar de producir. Nuestro objetivo es reducir al mínimo el impacto negativo”
Publicada enSKFK es uno de los mejores ejemplos de cómo una marca de moda convencional se puede convertir en sostenible. Ahora, son pioneros en temas de sostenibilidad y su caballo de batalla es reducir al mínimo las emisiones de carbono. Hablamos con Mikel Feijoo, responsable de la marca.
¿Cómo nació SKFK?
Yo vivía en Londres y compraba ropa de segunda mano para vender en el País Vasco y pagarme los viajes. Con el tiempo monté una tienda, traía cosas que aquí no había y nos fue bien. Después montamos una línea de camisetas y fuimos a los festivales a venderlas. Así fue cómo nació la marca.
¿No venías del mundo de la moda?
No, yo hice Geografía e Historia. Allá por el 91 empecé a traer ropa y en el año 96 saqué mi propia línea de camisetas, tres años después lancé una línea de moda completa. Era un estilo streetwear y encontró su hueco. Pero es una marca que ha ido evolucionando en estos 20 años de una manera notable. Después de 40 colecciones, para visibilizar esa evolución hemos hecho un cambio de nombre de Skunkfunk a SKFK. Queremos poner el foco en todas las acciones que estamos haciendo en términos de sostenibilidad.
¿Cuáles son esas acciones?
Creo que hemos sido ejemplo de transformación de una empresa de moda convencional a sostenible. Ahora queremos mostrar que también es posible como organizaciones empresariales y como individuos minimizar y compensar las emisiones de carbono.
¿Cómo lo estáis haciendo?
El primer paso fue saber cuáles eran nuestras emisiones de carbono, nos llevó 6 meses medirlas. Ahora tenemos una pauta para reducirlas en cada campaña. Medimos desde el transporte al trabajo, el transporte de mercancías, consumos energéticos de los 1.000 metros cuadrados que manejamos de superficie comercial, almacenes y línea de fabricación. Queremos conseguir reducir estas emisiones. Ya lo hicimos el año pasado y visibilizamos esa reducción en las prendas. Mediante una App puedes ver la cantidad de emisiones por prenda y la comparación con lo que hubiera supuesto hacerla de manera convencional. Queremos visibilizar que el consumidor tiene un poder que es el de elegir. Cada euro que gastamos está construyendo un mundo u otro.
¿Es responsabilidad de todos caminar hacia un mundo más sostenible?
Como empresario estoy un poco cansado de que todo el tiempo se ponga el dedo en el ojo a las empresas, cuando las empresas en realidad hacemos lo que el consumidor demanda. Si hay comida basura es porque hay gente que la come, si hay ropa basura es porque la gente la compra.
¿De cuánto fue la reducción que conseguisteis el año pasado?
Varía de unas prendas a otras, pero una media del 20%. Además, ahora toda la energía que consumimos es energía verde de Goiener (una cooperativa vasca) y el paso que estamos dando este año es la compensación. Lo que no podemos reducir, tratamos de compensarlo. Estoy seguro de que esto va a ser de imperativo legal de aquí a no mucho tiempo. Que cada empresa sepa cuáles son sus emisiones y que esté obligada a compensar por estas emisiones.
¿En qué momento decidiste dar el salto de la moda convencional a la moda sostenible?
Cuando fuimos a Asia en el 2003 y vimos cómo se producía, me llevé las manos a la cabeza. Decidimos cambiar, fue un proceso complejo: cambiar las fibras, los procesos, intentar cambiar la forma en la que trabajaban nuestras fábricas…
¿Qué fibras empleáis ahora?
Fibras unas cuantas, pero tejidos más de 60. Nosotros diseñamos muchos de nuestros tejidos para que puedan ser certificados sin que se nos escapen de precio.
¿Esos tejidos de que fibras están hechos?
Las fibras principales son algodón 100% orgánico, tencel que son celulosas de pulpa de madera; hemos utilizado hemp, lino, algodón reciclado, polyester reciclado, rami que es fibra de un tipo de ortiga.
¿Dónde producís?
La producción principal está hecha en China, India, Portugal y algo menos en España. Nosotros siempre decimos que lo importante no es dónde lo hagas sino cómo lo hagas. Por eso en que la certificación es lo que te da la credibilidad.
¿Pero no es contradictorio producir fuera si vuestro objetivo es reducir emisiones?
Tiene menos impacto de emisiones una prenda traída por barco de China, que una traída de Rumanía (que es Comunidad Europea) en camión.
Pero si la produjerais aquí las emisiones serían menores.
¿Pero los tejidos de dónde vienen?
Y ¿si consiguieseis obtener tejidos de aquí?
La gente no pagaría el precio. De hecho, hemos traído a BioCultura prendas a precio normal de colección y la gente nos dice que es muy caro… La ropa es un artículo de lujo, siempre lo ha sido. La de la moda es la cadena de valor más larga que existe, pero se ha llegado a convertir en un artículo de usar y tirar con el fast fashion. Ahora ¿quién está pagando el verdadero precio? No lo está pagando el consumidor, lo está pagando la cadena de valor.
¿Cómo ves el sector de la moda sostenible en España?
Es un sector en alza. Pero tiene todavía muy poco peso y aún encima hay mucha confusión sobre qué es sostenible y qué no es sostenible. Por eso a nosotros la certificación nos parece tan importante. Porque es una cadena de valor tan larga que es muy complicado hacer la trazabilidad por uno mismo, por eso necesitas a certificadoras que hagan ese trabajo.
¿Ves algo positivo en el hecho de que las grandes marcas del fast fashion ahora también saquen una línea ´bio’?
El único hecho positivo es que sube la demanda de fibras sostenibles. Pero no deja de ser un lavado de cara. Una empresa de fast fashion tendría que cambiar su modelo de negocio para ser sostenibles y eso no lo pueden hacer porque sería suicidarse.
Hay dos pensamientos: Los que consideran que es mejor utilizar lo que ya está fabricado porque es más sostenible que volver a generar nuevas prendas y después están aquellos que opinan que eso no es sostenible porque esas prendas no están hechas con tejidos orgánicos.
El plástico en sí no es malo, es el uso que se le dé después. Tú no te pones una chaqueta de polyester contra la piel, nosotros utilizamos el plástico en prendas exteriores. Y no seamos hipócritas porque nuestro día a día está lleno de plásticos. Nuestro objetivo no es ser 100% sostenibles porque eso sería dejar de producir. Nuestro objetivo es reducir al mínimo el impacto negativo y ese camino es infinito, pero nunca va a ser 100%. A nadie le hacen falta más prendas, a nadie le hace falta SKFK.
¿En qué país vedéis más?
Vendemos en treinta países, pero tiene más que ver con regiones que con estados. Por ejemplo, en Flandes vendemos mucho, en Cataluña, País Vasco, Bretaña, Normandía, en el área de Berlín y en el norte de California. Tiene que ver con el estilo, la renta per cápita, compradores más comprometidos… Aunque nuestros clientes nos compran porque les gusta nuestra ropa, la sostenibilidad es un plus para ellos.
Os diferenciáis de otras marcas de moda sostenible en que el diseño es una parte importante en vuestras prendas
Es una parte esencial. Y es lo que augurará el éxito de la moda sostenible, que sea moda. Hay ciertas personas que tienen una necesidad de vestir con prendas más amigables para la piel, pero la moda es algo más que eso. Es un tema aspiracional, emocional…
También ofrecéis la opción de alquilar vuestra ropa.
Sí, se llama SKFK circular closet. Hay cosas que te gustaría poner, pero sabes que las vas a vestir dos veces al año. Creemos que es una parte del futuro de la moda y hemos apostado por ahí.