La española de origen filipino Bea Roxas lanza Kanya, una marca de complementos elaborados a partir del residuo de la caña de azúcar. Un proyecto que además de un alto impacto medioambiental tiene un fin social ya que su fabricación tiene lugar en Batangas (Filipinas) dando trabajo a una comunidad campensina de más de 40 personas.
Estilo sostenible con impacto social. Ésta es la carta de presentación de Kanya, una marca de accesorios de moda y complementos textiles fabricados en Filipinas, que ha desarrollado un material pionero y exclusivo en el mundo de la moda a partir del residuo de la caña de azúcar.
Diseños conscientes, delicados y minimalistas que no solamente innovan por la materia prima empleada, sino que lo hacen a través de un proceso totalmente artesanal, que minimiza el impacto medioambiental para dar lugar a una fibra textil vegana y ecológica. Más allá de la sostenibilidad ambiental, este proyecto ve la luz como una forma de sostenibilidad social. Y es que Kanya amplía los usos de la caña de azúcar para impulsar el desarrollo económico y el empleo en Batangas, al sur de la isla de Luzón. Allí reside una comunidad campesina dedicada al cultivo temporero (seis meses al año) de la caña de azúcar. Gracias a esta iniciativa, más de 40 personas pueden vivir de esta materia prima el resto del año, más allá de los meses de cultivo, con nuevos oficios y generando ingresos sostenibles y de calidad para ellos y sus familias.
Para la artífice de la marca, Bea Roxas, una española de origen filipino de 68 años, Kanya es un homenaje a la energía de Filipinas, la tierra donde nació, creció y donde ha vivido gran parte de su vida. De hecho, sus accesorios y complementos representan una vuelta a las raíces, a lo que la tierra nos da. Es un canto a las cosas sencillas de la vida. “Kanya es un homenaje al trabajo que se hace con las manos, a los materiales básicos. Es devolver a la tierra lo que esta nos da. Extraemos la materia prima con la que creamos nuestros accesorios directamente de la naturaleza, dando una nueva vida al residuo de la caña de azúcar, a través de un proceso manual y artesanal”, explica Bea Roxas.
A partir de ahí, Kanya ha dado forma a su colección Spring/Summer 2020 de bolsos y complementos para el hogar, creados 100% a mano, y que respiran un estilo elegante, delicado y minimalista, perfectos para conseguir un toque natural y sostenible. Esta colección, además, está formada por complementos con nombre propio. Y es que sus bolsos, neceseres, manteles, cestas o almohadones (Dessa, Leeza, Mona o Jerwin, entre otros) toman prestado su nombre de personas que, a día de hoy, trabajan para Kanya y que se han beneficiado del proyecto. Detrás de cada pieza hay una historia real personal y única. Impacto 100% para el desarrollo local.
Kanya inició un proceso de investigación con la ayuda del Philippine Textile Research Institute, entre otras instituciones, para experimentar y testar la viabilidad del desarrollo de un tejido a partir del bagazo (residuo) de la caña de azúcar. Una vez confirmado, y gracias a un capital inicial de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAid) el proyecto pudo materializarse en 2018, a través de la construcción de un centro de trabajo cercano a los campos de caña de azúcar en Batangas. Allí, los campesinos y sus familiares se convierten en artesanos, recuperando no sólo el valor integral de la caña de azúcar, sino el legado de artes y oficios de una tierra creativa y trabajadora. Kanya destina el 100% de sus ventas a generar enriquecimiento en esta comunidad, a través de la compra de materia prima a campesinos de la zona, formación y creación de empleo para las decenas de personal y artesanos contratados que intervienen en el proceso de elaboración de los complementos de la marca.
La producción global de caña de azúcar deja atrás millones de toneladas de bagazo cada año, un residuo natural cuya quema supone una importante contribución a la emisión de monóxido de carbono en la atmósfera. El proceso de upcycling desarrollado por la marca, totalmente artesanal, ha conseguido obtener una fibra natural, robusta y duradera, de máxima calidad, hasta ahora pionera en el mundo textil. Además, el bagazo no solo es reciclable, sino 100% compostable y biodegradable. Una forma de volver a comenzar el ciclo y devolver a la tierra lo que ella nos ha dado previamente.Un proceso de producción innovador y artesanal que mezcla, de forma pionera, residuo de caña de azúcar con algodón y abacá creando un tejido vegano y respetuoso con el medio ambiente.